Existen los hechos emocionantes, sincrónicos, ¿casuales? Existe el azar teledirigido por las certezas secretas del que duda y no se atreve.
Cuando entramos en el camino, el camino se pone en marcha a la par que nosotros en él. Y a la vez que avanzamos, se arranca el camino a andar, y se transforman los árboles en sombra, o paragüas, o brisa refrescante, y se nos caen sus frutos en las manos cuando aún no sabíamos la sed de mieles que traíamos puesta...
Y se vuelven a dar las señales y los mojones en la ruta, y se desencadenan sin forzarlas las circunstancias que nos conducen al paso de gigante, al paso chiquito, a la sed calmada, a la vida.