viernes, 14 de mayo de 2010

No hemos nacido en el desierto.


No hemos nacido en el desierto.
Pero el desierto que nos envuelve no se cultivó sólo.
Regamos las semillas más enjutas y exprimidas de vida que había a nuestro alcance.
Y se murieron todas sin nacer.

No hemos nacido para ser arena seca antes de tiempo.
Ni caña sin pez,
ni hambre a solas.

Nacimos para abrir una ventana en cada puerta blindada,
para rasgar los visillos espesos de alcanfor y lanzarlos por los aires,
para no pisar las flores ni dárselas muertas ni a los muertos,
para extraerles los sabores últimos a las fresas y a los deseos,
nacimos para aprenderles otros nuevos...para no gastarlos.

Hemos nacido antes de abrirse la primavera,
para despertarla y que nos dejara embadurnarnos,
para estar aquí del todo,
y también del todo en los demás lados;
para lamer los días y las noches, amando aún más allá de lo olvidado.

Nacimos para caernos a carcajadas y levantarnos de la mano,
hallando lo esencial en lo inmenso diminuto,
compartiendo, recuperándolo,
Nacimos para teñir la luz opaca de los ojos de los tristes...