domingo, 19 de abril de 2009

Joana Sola.


De la especie de dossier de mujeres que está quedando en este blog, me quedo con esta otra mujer que he conocido. También de ojos pardos, también con la nostalgia de volver a brillar como antes.

El pelo que trajo de Colombia era muy chocolate, muy brillante, y sólo con un movimiento ligero, para retirarse un mechón, se les caían los pantalones a sus clientes del bar.

Tiene unos pechos enormes, unos labios enormes, todas las bondades posibles en las caderas, toda la ternura y la salsa, mucho color en la piel, y también en la piel, según dice, cada día más dolor y más nostalgia: por el billete de vuelta a casa, que compró roto; por la costumbre de mirarse en los espejos enfermos de algunos hombres crueles.

He conocido en ella todos los colores y matices de la risa. Incluso ahora que la voz me parece desolada, un poco dormida, me suena muy hermosa. No le gusta su reflejo en lo que ha hecho, pero no puede parar de hacerlo, se ha puesto una cárcel de dedos frente a los ojos, pero sigue viendo muy claro que tiene que atreverse a soltar todo y largarse desnuda, segura y bella, sola.

martes, 14 de abril de 2009

De un pintor

"Un día, en mi pueblo, pude hacerme pasar por fervoroso admirador de procesiones.
Pero unos pocos que me vieron, enseguida notaban que llegaba tarde a todas las esquinas,
cuando el paso ya doblaba la siguiente. Que se me iban los ojos al culo de las nazarenas
y no acertaba a decirle "¡¡guapaa!!" a la virgen adecuada.
Después de dejarme las suelas en la caminata y de luchar sin éxito contra mi bufón arrugante de capirotes, se me metió dentro una sonora carcajada.
La clavé en los oídos furiosos de los creyentes.
Me clavaron un puño casi a la vez que me absorbía la muchedumbre como a un spaguetti.
Entonces se me quitó la risa y me hice el muerto. Salí entero por los pelos.
Como la cosa no fue de broma, decidí tomarme a mi mismo tan en serio como se tomaban a si mismos los demás; me hice artista, artista loco, para escupir con óleo en los altares de la iglesia del arte.
Los puñetazos que me llevo ahora en la palestra no duelen como dolían los golpes de a pie y en plena calle".

Placer en las uñas



"Una vez conseguí fregar unos platos SOLAMENTE, y acto seguido salir a la calle a coger el sol con las dos manos, con la emoción de un abrazo de muchos cuerpos, como si fuera la primera vez.


Tomémonos todo el tiempo que haga falta para aprender a ratos a hacer algo pequeño, a descascarillar un huevo con más ternura que prisa, para estar muy quietos por dentro mientras por fuera vamos cambiando el mundo que se deje".